Tras la larga fase de ajuste (1977-1984) para numerosos sectores, empresas y territorios, que estabilizó la producción final y acarreó importantes reducciones en las plantillas laborales, se inició un periodo de recuperación (1985-1990), que se vio interrumpido por la coyuntura internacional recesiva de los primeros años noventa (1991-1994), para recobrarse el dinamismo industrial desde entonces.
Pero tales oscilaciones no deben ocultar un balance final relativamente desfavorable respecto a los impactos derivados del rápido proceso de apertura exterior e integración en los mercados internacionales, que supuso una brusca ruptura con el tradicional proteccionismo anterior. Algunas de las deficiencias estructurales del tejido industrial español (elevada proporción de microempresas poco capitalizadas y escasez de grupos industriales de cierta dimensión, limitado esfuerzo tecnológico...), junto a una progresiva reducción en el diferencial de costes salariales en relación a otros países europeos y la escasa tradición asociativa del empresariado, son algunos de los principales factores explicativos de tales dificultades.
El impacto de la mundialización ha provocado una verdadera mutación interna que, en primer lugar, ha afectado la anterior jerarquía existente entre las diversas ramas industriales. Se contraponen así las que debieron enfrentarse a una estabilización del mercado interno y/o una pérdida de competitividad exterior que obligó a una profunda reconversión destinada a reducir capacidad productiva y el empleo, en contraste con aquellas otras más dinámicas, que se beneficiaron de un aumento constante de la demanda y/o la conquista de nuevos mercados en el exterior. Al respecto a la evolución seguida por la producción y el empleo entre 1996 y 2004 el mejor comportamiento lo registró el sector deelectrónica e informática, que creció un 231.5 y 55,8 %, respectivamente, si bien a partir de cifras muy modestas, razón por la que aún representa menos del 2 % de la producción industrial española. Comportamiento también favorable tuvieron otros sectores considerados de demanda fuerte y alta complejidad tecnológica como el material eléctrico (+83,9 %) y la química (+68,3 %), a las que se sumó la fabricación de automóviles (+85.,0 %).
Por el contrario, las mayores pérdidas de empleo y un leve retroceso en el valor de la producción afectaron a sectores con dificultades para elevar su cuota de exportación como el textil-confección, la madera y el mueble, los artículos de piel y el calzado.
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